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Sólo con decir que el gran poeta Garcilaso de la Vega, Señor de Batres, compuso aquí algunos de sus mejores versos, estaría todo dicho sobre el hechizo de este escenario, pero resulta, además, que este castillo renacentista, declarado en 1970 Conjunto Histórico-Artístico, está situado en un paraje natural encantador.

El arroyo del Sotillo atraviesa sus dominios y vierte sus aguas al río Guadarrama, sus jardines son un bosque de especies mediterráneas y continentales dónde se pierde el sentido del tiempo, su planta cuadrangular, coronada con una espléndida Torre del Homenaje, le trasladan a uno a otra época.

Batres es un castillo de leyenda, escenario único a la altura de su historia, rodeado de olivos que producen un aceite único y donde se escucha el concierto de las aves. Todo aquí parece detenerse.

80 hectáreas de campo rodean la fortaleza y un bosque de árboles centenarios limitan un escenario único dónde se creó la Escuela de Jardinería y Paisajismo Castillo de Batres. Un marco idóneo para las Bellas Artes: la pintura, la poesía, la música y, sobre todo, un dominio para evadirse del mundanal ruido de la ciudad de Madrid, a tan sólo media hora en coche.

Algunas especies autóctonas como el pino y el ciprés dan un aire de ensueño mediterráneo, casi toscano, al emplazamiento en el que también se encuentra el puente sobre el Arroyo del Sotillo y una antigua presa de agua que proporcionan frescor en las jornadas de verano y dan un aire perenne de verdor en todas las estaciones.

El Castillo de Batres impresiona por su enorme patio de armas rectangular restaurado con un imponente cerramiento acristalado. A este imponente patio de armas le rodean dos amplios salones con galerías columnadas. La imponente torre del homenaje se yergue a 30 metros de altura. La luz natural se filtra en todas las estancias. Sobre el patio central se alza una balconada de la época en madera típica del Renacimiento español que nos lleva a imaginar un corral de comedias de la época.

El jardín del Castillo, es del más puro estilo italiano, con altos cipreses y pinos mediterráneos, terrazas, setos y su imponente piscina.

 

Una finca especial y mágica. Situada en el barrio madrileño de Aravaca, la Finca La Gaivota, de casi 10.000 metros cuadrados de superficie, ofrece un espacio de ensueño para celebrar todo tipo de fiestas. Construida a principio de los años 40, la casa, se inspira en un pazo gallego, lugar de origen de sus dueños. El nombre de La Gaivota (gaviota en gallego) evoca ese amor por Galicia.

Versatilidad de espacios en interior y exteriores. La Finca permite jugar con los diferentes espacios. Ya sea una cena más íntima en el porche de la casa, una fiesta en la pradera bajo los árboles, una boda en el invernadero, o tomar un cocktail en la zona de la piscina. Los magníficos salones de la casa decorados por el prestigioso estudio de interiorismo Sierra + de la Higuera, se abren al espacio de la pérgola, de manera que ambos espacios se pueden convertir en uno.

Los jardines que rodean la casa, obra del arquitecto paisajista Luis Moreno de Cala, quien imprimió en ellos un aire romántico con su pradera tapizante, sus elementos de agua y los juegos de luces y sombras, han sido restaurados por el prestigioso paisajista Fernando Caruncho.